¿Qué sucede en nuestro cuerpo cuando nos enamoramos?

Medicina Estética

En el cerebro, el amor romántico muestra similitudes con «estar un poco loco» son los indicadores que muestran las personas que sufren de trastorno obsesivo-compulsivo.

Los estudios demuestran que la primera vez que nos enamoramos, los niveles de serotonina se desploman y los centros de recompensa del cerebro se inundan de dopamina. El efecto es similar al de una droga altamente adictiva. Crea fuertes vínculos en nuestras mentes entre el placer y el objeto de nuestro deseo.

Actividad cerebral

Otras hormonas como la oxitocina y la vasopresina, nos ayudan a dar el paso adelante y parecen ser cruciales para la formación de relaciones a largo plazo. Las parejas que han estado juntos durante varios años muestran una mayor actividad cerebral asociada a estos productos químicos cuando miran fotografías de su pareja.

La lujuria es impulsada por las hormonas sexuales como la testosterona, que puede descentrarnos más de lo normal. También los niveles de la hormona del estrés, cortisol, y el producto químico similar a la anfetamina feniletilamina, hace que las emociones aumenten cada vez más.

Confirmado: Los escáneres cerebrales de las personas que están enamoradas coinciden con el viejo adagio «el amor es ciego». Es completamente cierto. Mientras que las áreas de recompensa de dopamina están entusiasmados en el amor, las regiones relacionadas con las emociones negativas y juicio crítico están completamente apagadas.

El olfato parece ser también importante: las personas se sienten atraídas por el olor de las personas que tienen combinaciones de las moléculas del sistema inmune (MHC) diferentes a sí mismos. Esto además forma una combinación que es la mezcla correcta de genes inmunológicos (MHC) críticos para la supervivencia de la futura descendencia.

En el sexo

Se elimina estrés y nos invade una buena sensación de plenitud y goce. Esto se debe a las endorfinas, también conocidas como las ‘hormonas de la felicidad’, aunque no son hormonas, sino opioides de secreción interna que suscitan en el cerebro sensaciones tales como éxtasis, anestesia y bienestar.

Un estudio a largo plazo con 90.000 norteamericanos ha corroborado recientemente que las endorfinas y las oxitocinas refuerzan nuestras defensas corporales. También se libera monóxido de nitrógeno que tiene acción sobre numerosas funciones orgánicas, favoreciendo el riego sanguíneo de los órganos sexuales, lo que al hombre le viene bien, por ejemplo, para prevenir enfermedades de la próstata.

El corazón nos late con más fuerza

Este mecanismo es muy similar al que sentimos cuando nos invade el miedo: corazón desbocado, rodillas con flojera, sensación de irritabilidad muy característica en la boca de nuestro estómago. Todo esto depende de nuestro sistema nervioso vegetativo, que es el que rige las funciones corporales que no dependen de nuestra voluntad, como es el ritmo y la intensidad del ritmo cardíaco. Cuando nuestro cerebro detecta algún tipo de amenaza, o en el caso del amor, la presencia del ‘objeto de deseo’, se desencadena un conjunto de reacciones encaminadas a poner el cuerpo en condiciones de atención y velocidad de reacción máximas. Se envía la alarma al hipotálamo y éste dispone la secreción urgente de hormonas del estrés, sobre todo la adrenalina. Al mismo tiempo, determinados haces nerviosos transmiten al corazón la orden de estar preparado para cualquier eventualidad.

Cuando nos besamos

No solo se ejercitan 30 músculos de nuestra cara, sino que además el besar con frecuencia mejora nuestra autoestima y activa nuestra circulación. Las personas que lo hacen viven más años y padecen menos dolores y achaques según han demostrado varios estudios en EEUU. Esto puede ser debido a que el beso moviliza varios tipos de secreciones hormonales que tienen eficacia analgésica y fortalecen las defensas del organismo. El clásico ‘morreo’ o beso de tornillo, dispara la frecuencia de nuestro latido al doble y sube la tensión sanguínea. Los sentidos se ofuscan y todo sucede como si los que se besan se hubiesen vuelto ciegos y sordos.

Fuente: quo.es

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