Los avances en el diagnóstico y tratamiento del cáncer han conseguido que cada vez sea mayor el número de personas que lo superan, o viven con la enfermedad controlada. El concepto de enfermo de cáncer ha cambiado, hoy debemos de hablar de personas afectadas por cáncer o supervivientes de cáncer y no de enfermos de cáncer; no se trata solo de un concepto, sino de una nueva entidad y un nuevo reto asistencial.
El éxito de los tratamientos conlleva como contrapartida una serie de secuelas que pueden presentarse mucho tiempo después de haber finalizado dichos tratamientos, y que pueden deteriorar notablemente la calidad de vida de estas personas, las cuales buscan asesoramiento, cuidados y asistencia para poder reincorporarse a una vida social y laboralmente activa en las mejores condiciones posibles. Desde la medicina estética podemos y debemos hacer frente al reto de ofrecer los servicios y atenciones que estas personas necesitan.
El cáncer representa en el momento actual un problema sanitario de primera magnitud. La prevalencia de esta enfermedad, que estima el número de personas afectadas por cáncer, vivas en un momento determinado, está en continua progresión debido entre otras razones al envejecimiento de la población, al incremento de la incidencia de muchos tumores y a la mayor supervivencia de los enfermos de cáncer. La prevalencia de una determinada enfermedad es un indicador fundamental para planificar los recursos asistenciales necesarios para atender a la población afectada.
Por lo que respecta a la supervivencia de los pacientes con cáncer, ésta ha experimentado un incremento constante a lo largo de las últimas décadas, incremento debido no solo a un diagnóstico cada vez más precoz y a la utilización de combinaciones de tratamientos cada vez más eficaces, sino también a la aplicación de un enfoque multidisciplinar en el abordaje de la enfermedad, así como a la participación activa de los propios pacientes y su entorno familiar en todo lo referente a su enfermedad y al propio proceso de cuidados y atención; aspectos habitualmente infravalorados pero que son fundamentales para alcanzar el objetivo del control de la enfermedad. Baste recordar que el modelo hospitalario actual tiende a acortar las estancias hospitalarias con altas precoces, trasladando al entorno familiar responsabilidades que antes asumían los profesionales sanitarios (hospital de día, cirugía de corta estancia, hospitalización a domicilio).
Como contrapunto, este efecto beneficioso de una mayor supervivencia está asociado a un amplio espectro de secuelas y complicaciones, muchas de ellas tardías, que abarca desde problemas leves y fácilmente tratables, a secuelas más severas e incluso letales.
La trascendencia social de esta enfermedad es incuestionable y viene dada por el progresivo incremento del número de personas que una vez finalizado el tratamiento quieren reincorporarse a una vida social y laboral activa; por otra parte existe una mayor conciencia de que la vida, que tanto ha costado preservar, tiene que tener sentido y calidad, por lo tanto la necesidad de una atención integral a estas personas supone un nuevo reto asistencial, siendo necesario diseñar e implantar estrategias que ayuden a este grupo de población en creciente progresión: las personas afectadas por cáncer, que lo han sobrellevado y sobreviven a la enfermedad, y que hoy se agrupan bajo el término de “supervivientes de cáncer”.
Aunque el cáncer sigue estando entre las principales causas de muerte en el mundo, cada día aumenta el porcentaje de personas que sobreviven a la enfermedad. Estos pacientes necesitarán, tras el diagnóstico y el tratamiento adecuado de su neoplasia, además de los controles oncológicos, atención psicológica y de la medicina estética, pues no en vano la OMS definió la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de lesiones o enfermedades.
La medicina estética puede tener un papel complementario en la prevención de nuevas neoplasias promoviendo recomendaciones higiénico-dietéticas como no fumar, evitar la obesidad, realizar actividad física de intensidad moderada todos los días, aumentar el consumo de frutas, verduras y hortalizas variadas y limitar el consumo de alimentos que contienen grasas de origen animal, moderar el consumo de alcohol, evitar la exposición excesiva al sol y utilizar fotoprotectores.
¿Qué puede hacer la Medicina Estética tras el tratamiento oncológico?
Cuando la enfermedad ya ha sido tratada, en el momento en que se ha asegurado la supervivencia del paciente, el medico estético puede ayudar a mejorar la calidad de vida y minimizar las secuelas del tratamiento oncológico.
– Reforzar la idea de modificar cambios de hábitos higiénico-dietéticos.
– Actuar sobre la caída del cabello o alopecia y mejorar el estado de la piel y las uñas.
– Realizar, si es necesario, micropigmentación para perfilar cejas y también para definir el complejo areola-pezón.
– Borrar tatuajes y minimizar cicatrices cuando la piel está totalmente recuperada.
Por otro lado, uno de los efectos secundarios más frecuentes, sobretodo en pacientes tratadas con cáncer de mama, es la aparición de linfedema. Es importante que el manejo de este problema se realice por fisioterapeutas que aconsejen cual es el tratamiento más adecuado en cada caso: drenaje linfático manual, presoterapia, vendajes o hidroterapia.
Al finalizar el tratamiento oncológico es el momento de ayudar a los pacientes a mejorar su imagen corporal. De acuerdo con el oncólogo y según las necesidades y expectativas de cada caso, se pueden utilizar las técnicas que aplicamos habitualmente en Medicina Estética, como por ejemplo, tratamientos de hidratación y revitalización con ácido hialurónico y vitaminas o radiofrecuencia para recuperar la calidad de la piel.
Fuentes: Sociedad Española de Medicina Estética (seme.org) / teknon.es